jueves, 26 de marzo de 2015

La soledad

Tengo una relación tormentosa con mi soledad. Por momentos nos llevamos increíblemente bien, me compenetro con ella de manera casi heroica, intensa, hasta placentera. Sin embargo, existen ocasiones en que nuestro vínculo es tenso, turbulento, inestable, quebradizo, frío. Siento que ella me aborrece, que juega conmigo tal marioneta.
Si lo analizo bien, ella es histérica y egoísta, pero sobre todo es extremadamente celosa. Presurosa se ocupa de estar conmigo en todo momento y lugar, solo con la intención de repeler a quien se me acerque. Y como si fuera poco, procura alterar mi humor, tornándome irritable, incluso deprimida. Así, más apartada de todos que nunca, quedo a solas con ella, que me mira y se ríe triunfal. Se sale con la suya la mayoría de las veces.

Se encarga de aparecerse en mi camino, de poner piedras en él. De hacerme llorar, sin más remedio que dejarme abrazar por ella. De entristecerme, y conformarme con su consuelo. De hacer que me equivoque, sin otras lecciones que las que puede darme ella. Cuando está de malas me susurra que no puede irse, que nadie más me comprendería como ella, que sabe de los juegos sucios que me practico, de mi autoengaño, mis flagelos, que conoce cada una de mis miserias. Y tiene razón.

No hay comentarios:

Publicar un comentario